Ciclo Carmilla. Parte 2 de 3, sí 3 seguro que acabarán siendo 3

Seguimos con el minicilo de adaptaciones de Carmilla.

Let's scare Jessica to death, John Hancock, 1971

Detrás de este precioso y evocativo título se esconde una pequeña rareza de culto y una muy libre adaptación del relato de Le Fanu; tan libre que realmente solo reproduce una escena de la novela, aquella en el que la protagonista se sorprende del parecido de su amiga Carmilla con la figura de un cuadro que representa a alguien muerto hace un centenar de años.

Una pareja se muda a una vieja casa en una isla con la idea de comenzar de nuevo. Ella acaba de salir de un asilo psiquiátrico por cosas que veía y afronta esta nueva etapa con ganas, optimismo y una eterna sonrisa que se irá rompiendo conforme pasen los minutos. En la isla conocerá a una simpática joven y... bueno... volverá a ver cosas extrañas y...


Terror minimalista. Ritmo lento donde los personajes cenan, cantan canciones, van de paseo y donde el fantástico (o no) se abre paso muy poco a poco. Al igual que en su día Roger Vadim, John D. Hancock apuesta por la ambigüedad y el narrador poco fiable (uno de los mejores que he visto) en la figura de la frágil Jessica (muy buen trabajo de Zohra Lampert). Y, además, a la mezcla de géneros aunque sea de forma tangencial. A saber,
- drama psicológico
- vampiros
- zombis
- casas encantandas
- cabrón del campo
- fantasmas
- etc.


Y unos minutos finales realmente espeluznantes y terribles que contrastan con la calma tensa de los minutos anteriores y la progresión de tensión psicológica conseguida.


Twins of evil, John Hough, 1971

El mismo año que John Hancock hacía su versión psicológica y minimalista del libro de Le Fanu, en Inglaterra la Hammer seguía empecinada en sus películas de terror gótico y presentó Twin of evils de John Hough, la tercera parte de su trilogíaJ Karnstein  que empezó con The vampire lovers (comentada en la primera parte de este repaso de Carmilla), siguió con Lust for the vampire (no comentada) y termina con ésta.

Dos gemelas que se han quedado huérfanas se van a vivir con sus tíos. Él es muy serio y tiene la afición de salir con sus amigos a quemar brujas por las noches (básicamente queman a cualquier muchacha que viva sola, sea atractiva y paseé sola por los bosques). Las hermanas se han criado en Italia así que el contraste con la ranciedad de su nuevo hogar es demasiado fuerte para ellas. Una de ellas es inocente y medio tonta. La otra, es perversa, viciosilla y las normas no se han hecho para ella.


Cerca de allí vive un conde aburrido que se dedica al ocultismo y al satanismo en su tiempo libre (en el pueblo todo el mundo lo sabe, pero es noble y hombre así que a éste no lo vamos a quemar) y acaba convertido en vampiro por una noche tonta. Al final, claro, el conde acaba conociendo a las hermanas y pasa lo que pasa...

La película es lo que es y es muy divertida. Mucho más comedida en sangre y desnudos que The vampire lovers y hecha a mayor gracia de las hermanas Collinson, modelos y actrices muy ocasionales en la que sería su última película.

Hay una profusión de escotes, ropa ajustada y transparencias.


Sexo insinuado, pinceladasde lesbianismo para mayor deleite del conde, un poco de Marques de Sade muy superficial y cruces, niebla densa que no se levanta del suelo, cementerios abandonados y pueblerinos con antorchas. Un color muy bonito, sombras y un trabajo muy correcto por parte de John Hough, director no muy destacado, pero interesante y que tiene una película que me gusta tanto como La leyenda de la mansión del infierno.

 Peter Cushing interpreta al tío de las muchachas y está realmente muy bien, más de lo que merecía la película. Defiende con la habilidad de los grandes un personaje desagradable e irritante.


Porque una de las cosas más interesantes y divertidas de la película es que los buenos, los que pelean contra los vampiros e intentan detener la epidemia de muertes que vive el pueblo son un puñado de hombres vestidos de puritanos, fanáticos, violentos y a los que les encanta quemar mujeres. Los buenos son unos canallas y el vampiro, el Conde Karnstein, es un gilipollas. Así como en The vampire lovers uno entiende la atracción que se puede sentir por los vampiros porque representan un mundo más libre, más desprejuiciado y más interesante, aquí no hay nada de eso. O te queman un puñado de fantáticos por vampira o tienes que pasar toda la eternidad al lado de un cretino creído que no es más que un Marqué de Sade tercera.


¿Y Carmilla? ¿Dónde está? En esta película lo de Carmilla es lo de menos. Se respeta el apellido Karnstein y el personaje hace un cameo porque es quien convierte al conde en vampiro. Nada, un visto y no visto para justificar que en los créditos salga el nombre de Sheridan Le Fanu.


¿Debería estar entonces Twins of evil en un repaso de adaptaciones de Carmilla si no tiene nada que ver? Es posible, pero cualquier excusa es buena para ver una película de la Hammer, la verdad.

La novia ensangrentada, Vicente Aranda, 1972


La típica película de culto en el extranjero (Tarantino tituló uno de los segmentos de Kill Bill con este título en homenaje a la película de Aranda) y completamente ignorada en España o si no tratada con condescendencia como un "título menor" dentro de la filmografía del director, La novia ensangrentada es una pieza mayor del terror hispano que supone el encuentro de las ansias experimentales de la Escuela de Barcelona con los hallazgos visuales góticos de la Hammer o de lo que hacia una década había hecho Vadim con su adaptación de Carmilla. Y Corman, porque yo veo La novia ensangrentada y veo las adaptaciones de Poe que hizo Corman.


Maribel Martín (muy bien en el papel) y Simon Andreu forman un matrimonio que desde los primeros minutos se ve desigual; él es basante mayor que ella, tiene más experiencia y acaba entrando en una dinámica que bordea el abuso. Ella muy joven, cargada de miedos ante lo que será el sexo y viendo como estos están cargados de violencia (el vestido rasgado, el sobrecogedor momento en que él la alza cogiéndola de los pelos, etc.). Pronto conocerá la historia de la familia de su marido y se obsesionará con la figura de Mircalla Karnstein y como mató a su marido en la noche de bodas. Las fantasías, los sueños y la realidad se mezclan y la aparición de un viejo puñal y una extraña en la casa precipitarán las cosas.


La novia ensangrentada es una película incómoda, arisca y terriblemente hermosa. Está llena de capas y lecturas en ocasiones contradictorias (lo mismo puede ser un superficial estudio psicológico sobre el miedo de la mujer a perder la virginidad, como puede leerse como la reacción de las mujeres ante los abusos y la violencia machista dentro del matrimonio y dentro del sistema, como puede ser una fantasía lésbica, etc). Es violenta, explícita, arriesgada.


Y ambigua.
Puede y no puede ser una película de vampiros.
Puede y no puede ser una película fantástica.
Por eso es tan interesante. Porque plantea y no resuelve y lo que resuelve no tiene por qué ser así.


Y después de verla lamento que la carrera de Vicente Aranda abandonara el género fantástico por un realismo más crudo que sí, que le dio buenas películas, y por las películas eróticas en las que acabó embarrado en su última etapa (lo de Tirant Lo Blanc es de denuncia).

Carmilla, centrándonos en el tema, sirve más como inspiración que como plasmación fiel del realto. Recoge ideas (el retrato, la amistad, la aparición inesperada de una huesped) y las subvierte para configurar un relato personal de erotismo, obsesión y venganza.

Seguiremos (y acabaremos) en unos días.

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