Mi intervención en diferido en Vigilante Pop - Decadencia

Cuando se anunció que el podcast Vigilante volvía y dio el nombre al programa, Decadencia, me alegré muchísimo porque diez meses sin Vigilante son muchos y era uno de los poco sitios que habla de cine donde me siento a gusto y con el que comparto muchos parámetros a la hora de enfrentarme a las películas. Y luego pensé en el título.
Decadencia.
Pero, ¿a qué se refería?
¿A películas de gente encerrada lamentando un mundo que ya no es?
¿A viejas glorias paseando sus vergüenzas por series B europeas? 
¿A Yvonne de Carlo en Satan Cheerleader's?
¿A sitios viejos que conservan algo de esplendor bajo toneladas de polvo? Viejos teatros reconvertidos en cabarets de baja estofa donde las jóvenes aspirantes a estrella pierden la inocencia y las veteranas sueñas con tiempos en las que eran inocentes.
¿A qué demonios se referían?
Y escucho el programa y veo que viajan hasta mediados del siglo XIX y el movimiento decadentista enfadándose con los naturalistas por mostrar sólo lo feo y cotidiano del mundo; abrazar la estética pura como fin del arte, rehuir lo contemporáneo. Personajes encerrados en espacios físicos y mentales en tensión con el mundo contemporáneo al que niegan y desdeñan. ¿Lo he entendido bien, Doctor Insermini y Manolo BangBang?

Así que llenó de dudas escucho el programa, se me llena la boca de cosas que decir y como discutir solo por la calle sobre si los críticos de cine clásicos estaban ciegos o equivocados ante algunas películas contemporáneas, ¿lo estamos nosotros, críticos y aficionados, ante el cine de hoy en día? Pos seguro, pero no es el tema de hoy.

Por cierto, y antes de empezar, el programa lo podéis escuchar tanto en Spotify como en Invoox. Empapos de Vigilante y, estéis de acuerdo o no con los que se habla, no veréis el cine de la misma forma.

Decadencia.
Burt Lancaster en Gruppo di familia in un interno (Luchino Visconti, 1974) y su encierro en esa casa llena de cuadros del siglo XVII, libros apolillados y habitaciones cerradas en una especie de exilio intelectual y recuerdo, y no sé si vienen al caso, a uno de los más ilustres decadentes del cine español y reverso irónico del Profesor de la película de Visconti. 

El marqués de Leguineche de la Trilogía Nacional de Berlanga. Sobre todo en La escopeta Nacional (Luis García Berlanga, 1978).


Exiliado interior en su finca campestre soñando con la restitución la corte monárquica, con su colección de pelos de coño, sus amantes y sus recuerdos pasados. Organizando cacerías que pagan otros e ignorando de forma consciente tanto los años de república como los cuarenta oscuros años de franquismo (pero aprovechándose de ellos). La cruelísima sátira de Berlanga tiene uno de sus mayores logros la creación de este personaje y de su hijo Luis José, dos seres fuera de tiempo y en un eterno intento de integrarse (que no consiguen) y de añorar lo que ya no pueden tener. El final de Patrimonio Nacional, con el marqués convertido en atracción para turistas japoneses, recibiendo el agasajo que buscaba es demoledor y advierte de los peligros del decadentismo extremo.

Hablan en el programa mucho de personajes fuera de tiempo y lugar como Dustin Hoffman en Straight Time (Ulu Grosbard, 1978), peliculón seco, duro, tristísimo, o los policías fascistas de otro peliculón como es Magnum Force (Ted Post, 1973) y pienso en el juez de la película de 1971 In nome del popolo italiano (Dino Risi) donde un juez con valores democráticos y de izquierda acaba por ver desolado que si quiere acabar con la corrupción, la estupidez y el fascismo (las dos primeras están ligadas íntimamente con lo tercero) tendrá que dejar atrás esos ideales. La película de Dino Risi es fea, bruta, sucia, descuidada como la sociedad que retrata, esa Italia que se metía en los años setenta. La estética de la película se corresponde exactamente con lo que quiere explicar; no puedes hacer una película bonita si retratas la mierda de país que nos está quedando.


¿Es el juez que interpreta el gran Ugo Tognazzi un decadente? En un sentido estricto, no. En un sentido Vigilante creo con rotundidad que sí. Unos valores y una visión del mundo que entra en profunda cotradicción con su época y, com el protagonista de Harry y Tonto (Paul Mazursky, 1974) tiene que adaptarse. Pero mientras que el viaje de Harry es luminoso y esperanzador, el viaje del juez es desolador.

Y hablando de decadencia no puedo, ni quiero, dejar de hablar de estrellas venidas a menos y directores que conocieron tiempos mejores (y lo conecto con otro programa de Vigilante). 

Fedora (Billy Wilder, 1978). La actriz antigua que vive en una isla llena de recuerdos y secretos. El director de cine clásico que ha perdido el tren y que no conecta con la nueva sensibilidad. Wilder firma su última obra maestra después de un puñado de obras mediocres y una francamente mala (lo siento, odio con malévola satisfacción su versión de 1974 de The front page). Fedora es rara, incómoda, fascinante y perversa. Hubiera sido un final maravilloso para la caustica carrera de Billy Wilder, pero acabó repudiándola. ¿Por qué? ¿Se acabó viendo en ella? ¿Tomo conciencia de que su tiempo había pasado y de que ya no tenía nada que lo conectara con la nueva corriente? ¿Por qué odió a su criatura?


En el plano estético es un gustazo; la decadencia del personaje, la decadencia moral y física y el ambiente ampuloso, pasado, anticuado... 

Y puestos a hablar de viejos vaqueros (la dignidad de la despedida de John Wayne en The shootist es admirable... como desmitifica y apuntala su propia leyenda), tiempos que se acaban, la modernidad que llega al salvaje oeste, la desmitificación de las leyendas... The life and times of judge Roy Bean (John Huston, 1972).


No sé si encajan o no estas películas en la propuesta de Vigilante, pero fueron las que me iban viniendo a la cabeza mientras escuchaba el programa. Lo que se hablaba allí abría caminos a recuerdos, películas vistas hace muchos años, destellos, ideas que tienes en mente, pero no concretas... y escuchando hablar de decadencia, decadentes y demás, sí, soy un decadente de la hostia tirando a nihilista. El cine de ahora no me habla y, si soy sincero, sé que quizá debería buscar en otros lados, pero me da una pereza horrorosa. En estos tiempos inciertos de virus, guerras, amenazas nucleares y fascistas campando a sus anchas no sé si quiero salir de mi burbuja.
A no ser que sea para ver My little pony.

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