No es lo más del 2021, pero sí lo más destacado

El blog está en un estado moribundo. Tiempo, ganas y muchas excusas más, pero no quiero dejar de hacer el repaso de lo más destacado que he visto este año. No lo mejor, si no lo más destacado y que ahora, sin mucho esfuerzo, más recuerdo. Este año he visto 283 películas. Bastante menos que el año pasado, pero es que éste no hemos tenido un confinamiento forzoso (y ya sé que no se deben romantizar los meses que pasamos encerrados en casa porque a muchos nos han jodido la psique, pero un año y pico después trabajando de cara al público y sí, hecho mucho de menos no ver a nadie).

Aquí van las películas. En tiempos que premian la brevedad de los quince segundos, una entrada extensa. Espero no aburriros. Va para largo.

Truck Turner, Jonathan Kaplan, 1974


Issac Hayes matando a chulos e inútiles asesinos a sueldo en escenas molonas. Nichelle Nichols soltando tacos como un marinero borracho después de engancharse la chorra en un ataud, el entierro con el desfile de proxenetas, una muerte que solo el cine de género se atreve a rodar y ese tono de no saber si es parodia o no.

This gun for Hire, Frank Tuttle, 1942


Verónica Lake haciendo juegos de magia, máscaras de gas, caza del hombre y una torcida historia de amistad. Una historia de género negro que abraza el gótico que abraza la imaginería de la ciencia ficción y es absolutamente preciosa.

Coffy, Jack Hill, 1973


Pam Grier con cuchillas de afeitar escondidas en el pelo. ¿Hace falta añadir algo más?

La Dolores, Florian Rey, 1940


Una de mis pocas convicciones cinéfilas (y odio la palabra) es acercarme a la mayor cantidad de géneros nuevos posible. Este año, el mal llamado "cine folclórico" de los años cuarenta. Que sí, que hay mucha morralla, pero de repente, La Dolores. Florián Rey filma con una elegancia infinita. Y Concha Piquer cantando Catalina es uno de los momentos más emocionantes del año.

El extraño viaje, Fernando Fernán Gómez, 1964


Vino con regusto a jamón y el baile de Sara Lezana. Un grupo de abuelos que son uno y todos, el pájaro disecado y Rafaela Aparicio, una de esas actrices que deberían salir en todas las películas. Su mezcla alquímica de géneros. Hay películas que son un milagro.

Tales that witness madness, Freddie Francis, 1973


Una cinta de episodios que, la verdad, es flojita y tiene un par de capítulos bastante ridículos que no conducen a ninguna parte, pero el tercer segmento es oro. Una maravillosa Joan Collins machete en mano y camisón como vértice de un triángulo amoroso entre su marido y un árbol; delirantemente maravilloso. Esto tiene que verse.

Lola, Jacques Demy, 1961


Es una preciosidad y sin ni un punto de cinismo en sus historias de amor. Y eso, tras estar demasiado en twitter, fue un bálsamo.

Chilly Scenes of Winter, Joan Micklin Silver, 1979


Una de mis tres películas del año e inmediatamente una de mis películas favoritas. Una comedia antiromántica que no busca ni la sonrisa, ni la complicidad, ni la identificación y que en su fondo es un retrato inquietante de una masculinidad frágil e insegura. Pocas veces una película me ha llegado a esos niveles emocionales. Hubiera dado el brazo de un desconocido (y de algunos clientes de la librería) por escribir alguno de esos diálogos.

Miracle Mile, Steve de Jarnatt, 1988


La vida es esto; en cuanto te pasa una cosa buena, el mundo se va a la mierda.
Lo romántico, lo bonito, lo bizarro, lo extraño y lo dramático, todo junto y en su duración justa.

Danger: Diabolik, Mario Bava 1968



La belleza es Diabolik.

The Map of Tiny Perfect Things, Ian Samuels, 2021


Es el tipo de comedia adolescente que busco ahora mismo; melancólica, con un humor basado en la ironía, sin cinismo, sin pedos ni chistes sobre correrse, un toque indie, una protagonista que se ventila al resto del reparto a base de miradas, un tono calmo sin estridencias. ¿Qué puede resultar un poco marisabidilla o en ocasiones está demasiado encantada de conocerse? Me da igual.

Una sull'altra, Lucio Fulci, 1969


Marisa Mell con pelucón y enormes gafas de sol. Elsa Martinelli apagando luces, planos imposibles, la textura y la belleza visual de Fulci, zooms cuando se tienen que hacer... Con todo esto y mucho más, ¿a quién le importa si un submarino torpedeó el guión dejando agujeros como catedrales? Es una de estas películas que cuanto menos argumento, mejor. Puro cine.

The Brain that Wouldn't Die, Joseph Green, 1962


La película es aburrida, pero a la vez es fascinante y absorbente. Una serie B con cámara en mano, gore antes del gore, montaje a hachazos, escenas repetidas, pero con una intención "artística" de querer ir más allá de una simple película de monstruos, momentazo en un club nocturno que anticipa todo John Waters y una reflexión involuntaria sobre la mirada masculina sobre el cuerpo de la mujer.

Sword of trust, Lynn Shelton, 2019


El placer de esta película está en ver a unos actores compenetrados improvisando sus diálogos y creando una preciosa dinámica entre ellos. La historia es lo de menos, pero que se rían de conspiparanoicos, revisionistas históricos y buscadores de esa "verdad" que solo busca reafirmar sus creencias es muy divertido. Y más en estos tiempos COVID. El momento terraplanista es maravilloso. Es el tipo de cine independiente que me gusta.

Into the night, John Landis, 1985


Una comedia con estallidos de violencia que congelan la sonrisa. Un viaje infernal por la noche de Los Angeles y la Michelle Pfeiffer de los años ochenta.

Five, Arch Oboler, 1951


Cinco personajes, casi una única localización y el fin del mundo. Seca, bergmaniana en el mejor sentido de la palabra, con un blanco y negro precioso y un fondo tristísimo. No era lo que quería ver, pero sí lo que necesitaba ver en ese momento.

Messiah of Evil, William Huyck y Gloria Katz, 1973


Una de las mejores adaptaciones de Lovecraft que no adapta Lovecraft. El horror cósmico se encuentra con Antonioni. Una obra maestra desconocida con dos o tres escenas de los más excelso que ha habido en terror. Una de esas películas que quieres que vea todo el mundo, pero a la vez quieres guardártela solo para ti.

La decente, José Luis Saenz de Heredia, 1971


Hay una escena donde José Luis López Vázquez y Josele Román juegan al parchís. Cualquier problema que pudiera tener la película (que los tiene, y muchos) quedan superados y olvidados.

The green fog, Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson, 2017


Recrear Vertigo con cachitos de otras películas. Al margen de su reflexión sobre el cine y su lenguaje, el concepto de parodia / homenaje / remake / recreación lo que más me ha llegado es su absoluto tono de coña. Te ríes y mucho. El cine como arma de destrucción lúdica y cachonda.

The flight of the Phoenix, Robert Aldrich, 1965


Cine de aventuras maravilloso, enorme, infinito. Película grandiosa e inabarcable. Con permiso de David Lean, pero muy pocas veces se ha visto el desierto así en una pantalla.

Del rosa al amarillo, Manuel Summers, 1963


Tiene uno de los momentos más bonitos del cine español; la escena del pilla pilla es sutil, etérea y hermosísima.

Sweet Smell of Succes, Alexander MacKendrick, 1957


El ser humano es despreciable.

Función de noche, Josefina Molina, 1981


Disección dolorosísima de una época, una generación, un matrimonio y una mujer. Docudrama donde Lola Herrera se abre en canal y acaba siendo una catarsis contenida e insuficiente. Esa mirada llorosa al ser consciente que por mucho que hablen no se escuchan ni entienden ni comprenden. Duele mucho.

Los culpables, Josep Maria Forn, 1962


Noir provinciano de mentiras y engaños bajo un gris perpetuo y plomizo. Maravillosa Susana Campo y su no querer ser la femme fatale de la historia. Y esa tienda de telas...

Every Day, Michael Sucsy, 2018


Es que no pienso ni justificar porque me ha gustado tanto otra comedia adolescente sin chistes y con un poso melancólico encantador. La comedia adolescente con un punto fantástico, desconcierto vital, almíbar y plano abierto con estudiantes caminando por un pasillo de instituto es uno de mis lugares cinematográficos felices.

Twin Peaks. The return, David Lynch, 2017


Voy tarde, lo sé, pero con la series no tengo ni paciencia ni constancia (creo que en verdad es un formato que no me gusta, pero de momento no lo hago oficial). Por fin este año he visto el regreso a los bosques que rodean Twin Peaks y ha sido el acontecimiento del año. Es a la vez genialidad y tomadura de pelo. Lynch se mea en las expectativas de los fans y hace lo que le da la gana, como le da la gana y con el ritmo que le da la gana. Hay una libertad creativa y formal total y combina en el mismo plano lo excelso y lo ridículo, el chiste de pedos con la referencia finísima, el fan service más rastrero y el irse por caminos que no podía ni imaginar.

Open range, Kevin Costner, 2003


Kevin Costner es el último director clásico de western. Sin referencias meta, sin homenajes al género, sin mirada irónica o voluntad de deconstrucción. Open Range es la muerte de un género en su sentido épico y clásico. Y es preciosa.

The fugitive, Andrew Davis, 1993


Los primeros cuarenta y cinco minutos son oro. El resto es entrenamiento de primera fila y un blockbuster de reclinatorio. Y lo bien que aguanta el tiempo.

No es bueno que el hombre esté solo, Pedro Olea, 1973


Extraña, oscura e incómoda. Y un drama sobre la soledad y la incomunicación. Y una historia de amor tristísima. El guion funciona como un reloj de precisión y aúna el patetismo, la ironía y la tristeza como pocas veces he visto. José Luis López Vázquez es el mejor actor de la historia y debemos amar a Carmen Sevilla.

The big easy, Jim McBride, 1986


Tiene un tono extraño y fascinante. Mezcla de noir y screnwall comedy con fugas a la tragedia y la parodía del género negro. Hay una energía estupenda y electrizante. Y toda película que tenga en su reparto a Ellen Barkin (muy Carole Lombard), John Goodman, Ned Beatty y Grace Zabrinsky tiene mi amor.

 Fear Street, Leigh Janiak, 2021

¿Cómo no me iban a gustar las tres películas que componen Fear Street si combinan el terror con el cine adolescente? Y hay referencia, pero no nostalgia ni refrito. Y si cuando matan a uno de los personajes se te escapa un "no, a ella no" es que las cosas se han hecho bien.

Ana y los lobos, Carlos Saura, 1973



Ana llega a la casa y desmonta las falacias e hipocresías de sus habitantes. Una metáfora de la descomposición física y moral de la España tardofranquista y que hoy en día mantiene su lectura y añade una historia sobre la masculinidad frágil y tóxica, la violencia machista y el patriarcado. El final es terrible. Lo que parecía una comedia satírica de autor de repente y sin aviso se convierte en cien de terror.

Y todos están muy bien, pero lo de Rafaela Aparicio es de otro mundo. Hay que mimar siempre y mucho a las cómicas.

Wife o a spy, Kiyoshi Kurosawa, 2020

Es de una elegancia sobrecogedora y muy triste. El tono moroso, lento, comtemplativo de la pelícual es el perfecto para que los momentos sobrecogedores (la violencia o un contraplano) expriman al espectador.

Dancing Dreams, Anne Linsel y Rainer Hoffman, 2010


El ensayo de la mítica pieza de Pina Bausch Kontakthof con bailarines adolescentes amateurs abre la puerta a una reflexión sobre teatro, danza, adolescencia, sexualidad, muerte, miedo, suicidio, alegría, amistad y esfuerzo para mí ver a un puñado de jóvenes bailando y enfrentándose a la vida y a sus miedos es emocionante. Toda película ambientada en el mundo del teatro es uno de mis lugares felices.

Magnum Force, Ted Poste, 1977


Cuando se estrenó Magnum Force, la sobreapreciada crítica de cine Pauline Kael cargó de forma cruel contra ella tildándola poco menos de inmensa mierda (las palabras eran otras, pero la intención era esa). La veo ahora y pienso en la ceguera de los críticos para valorar a sus contemporáneos y, seguramente, en lo ciego que estamos ahora tanto críticos como aficionados. Magnum Force es un prodigioso ejercicio de estilo seco y austero para un thriller, duro, afilado y mordaz. La composición de cada puñetero plano es ejemplar. Me gusta mucho más que la primera.

Suicide Squad, James Gunn, 2021


Es divertidísima y absurdamente bonita. Serie Z italiana de derribo con presupuesto astronómico. Soez, vulgar, dinámica (los primeros quince minutos y sus títulos de crédito son maravillosos) y con una estrella de mar gigante y una rata con chaleco. Desde el pulpo que tocaba la batería en Aquaman no había visto nada tan fantástico en el cine de leotardos.

Lone Wolf and Cub, Sword of Vengeance, Kenji Misumi, 1972


El formato panorámico, los silencios, las miradas, el ritmo pausado y, de repente, la explosión de violencia y sangre. Es cine de samurais distinto, mutante y forjador de mitología.

Rituals, Peter Carter, 1977


Urbanitas perdidos en el bosque acosados por algo que los irá eliminado uno a uno. Lo genial de la película, al margen de lo sucia, incómoda y desasosegante que es, son sus primeros compases donde el puteo es psicológico y mínimo (unas botas que desaparecen) y todo se va magnificando. Pura explotación de Deliverance que, como aquella otra explotación que es Piraña, acaba teniendo su fuerte personalidad. 

El próximo otoño, Antonio Eceiza, 1963


Este ha sido el año de Sonia Bruno. Fue verla en la película de Summers El juego de la oca y enamorarme. Sí, como hacía tiempo que no me pasaba con una actriz. Es versatil, divertida, con una filmografía que combina la comedia popular de Pedro Lazaga con experimentación autoral como esta obra maestra que es El próximo otoño. Un amor de verano que para ella es uno más y para él la última oportunidad antes de enterrarse en un pueblo costero para el resto de su vida. La sutilidad de la historia de amor, de las pulsiones homosexuales del protagonista, las historias de los secundarios (las dos madres), las miradas, el verano y un precioso blanco y negro. Otras de las películas del año.

Mañana será otro día, Jaime Camino, 1967


Otra con Sonia Bruno. 
Una comedia dramática que mira a la Escuela de Barcelona (sin la estúpida pijería condescendiente de ésta) y al lado más pop y desdenfadado de la Nouvelle Vague. Tiene uno de los momentos pop más maravilloso y escondidos del cine español: Sonia Bruno, unas gafas y un escaparate. No importa nada lo que explica (¡abajo el argumento!) y sí un precioso empaque visual.

Crossing Delancey, Joan Micklin Silver, 1988


Muy bien esta melancólica comedia romántica. Amy Irving está encantadora; esa indecisión entre ser una pedante snob o hacer caso a sus sentimientos. Es agradable, tranquila, otoñal, con frases estupendas, una librerías preciosa (las librerías no son así ni por asomo, lo sé, trabajo en una) y confirma esta teoría que detrás de todo escritor profundo y sensible se esconde un profundo y sensible gilipollas. Y qué queréis que os diga, me hago viejo y añoro eestas comedias románticas sin chistes, estridencias y gente haciendo el ridículo

Targets, Peter Bodganovich, 1968


Ha sido como volver a ver Once Upon a Time in Hollywood y revivir esa pura alegría por ver una película que te habla.

The life and death of 9413, a Hollywood Extra, Robert Florey y Slavko Vorkapich, 1928


Corto experimental que explora la fabrica deshumanizadora y aniquiladora que es Hollywood. Tiene más fuerza visual y narrativa que el noventa por ciento del cine que se hace hoy en día. Suena a viejo, lo sé, pero me da igual.

My little Pony. A new generation, José Luis Ucha, Mark Fattibene y Robert Cullen, 2021


El acontecimiento cinematográfico del año no era Dune o el multiverso arácnido ni zarandajas de esas. Mi películas más esperada era la nueva de My little Pony, universo del que soy devoto y como me mientes mal a Twilight Sparkle tendrás un problema conmigo. Además, esa expectación la compartía con mi hija y la hacia más divertida. La peli no defrauda. Salen unicornios, ponis y pegasos de colores vivos, mucha amistad, magia, diversión y canciones pegadizas. Izzy Moonbow como nueva musa de cuatro patas.

El grano de mostaza, José Luis Saenz de Heredia, 1962


Divertidísima, y desconocida, comedia de enredo con un enorme reparto y uno de los momentos de oro del cine cómico español: la venta flamenca, las galletas de coco y tres animales como Manolo Gómez Bur, Rafael Alonso y Antonio Garisa. Encontrarte con películas así sin esperarlo es maravilloso.

Casa Flora, Ramón Fernández, 1973


Musical folclórico pop flamenco yeyé muy loco, irregular, discontinuo y que se carga un montón de sacrosantas leyes cinematográficas. Me he divertido mucho, pero destaco el número "qué me maravillaría yo", a Isabel Garcés prefigurando a Ángela Fletcher y el momento Camarón de la Isla + la peor transparencia que podamos hacer. El argumento acaba por no importar nada (¡abajo el argumento!) en su locura, absurdo y ridículo. Así, sí.

In nome del popolo italiano, Dino Risi, 1971


Comedia político-criminal satírica con un pletórico Vittorio Gassman en su salsa de cabrón verborreico al lado de un magnício Ugo Tognazzi como juez integro en un país que ha hecho de la corrupción un arte. Una película fea porque la realidad es así. Los últimos quince minutos hace que la película se eleve a otro nivel y la engrandece.

Un vaso de whisky, Julio Coll, 1958


Melodrama con tintes noir (personajes, ambientes, ambigüedad y fatalidad). Factura técnica impecable. Arturo Fernández, estupendo. El momento, la larga y agónica escena nocturna en la playa. Preciosísimo blanco y negro.

Tiempo de revancha, Adolfo Aristarain, 1981


Cine político sin dar el coñazo; brutal thriller. Lo que empieza como un timo, acaba como un acto de dignidad. Que la película se hiciera en plena dictadura argentina le da mucho más valor.

Bend of the river, Anthony Mann, 1952


Vale, lo reconozco, no me gustan los westers de Anthony Mann. Durante años lo he intentando y he acabado aburrido. Hasta este 2021 en el que no sé si por el covid, el G5 o alguna conspiración reptiliana, me he reconciliado con sus películas de vaqueros. Bend of the river me ha encantado por un color precioso, unos actores puteados en exteriores y una mirada coñona a la figura del vaquero. Ahora tendré que mirarme todas las otras.

El salario del crimen, Julio Busch, 1962


Un poli honrado que acaba corrupto por mantener un nivel de vida que le pide un amor (¡no pienso volver a ser pobre!). De ese eléctrico cine negro español que se hizo en los sesenta con una secuencia de atraco fantástica. Y Arturo Fernández, qué bueno el cabrón en drama o thriller y que ganas de abofetearle cuando hacía comedia.

Day of the animals, William Girdler, 1977


Los animales se ponen en plan chungo y deciden zamparse a los humanos. Y sale Leslie Nielsen sin camiseta convertido en un psicótico macho alfa. Una serie B honesta que es expotación de muchas cosas y es terriblemente divertida.

Last night in Soho, Edward Wright, 2021


Entré muy, pero que muy bien en el universo visual y narrativo que propone la película. Desde sus primeros compases como comedia adolescente de perdedores y abusonas, hasta su transformación en una añeja película de terror que bebe directamente de las películas de episodios de Amicus. Y que apueste por este camino, por hacerse heredera de una forma tan inglesa de explicar el horror, pero que no haya ni un ápice de nostalgia, hace que me guste mucho más.

Mort d'un pourri, Georges Lautner, 1977


Su primera media hora tiene una energía fascinante y eléctrica que es imposible de mantener por el bien de la salud del espectador. El resto no desmerecede. Uno de esos thrillers grises y cínicos donde no hay bueno claro y solo se puede mantener un poco de dignidad. Las persecuciones, el jersey rojo de Alain Delon, los cárteles de cine en las paredes y Ornella Mutti.

The last of Sheila, Herbert Ross, 1973


Es un "quién lo hizo" muy divertido.

L'ingorgo, Luigi Comencini, 1978


Empieza como la típica comedia costumbrista italiana, pero acaba como un relato oscuro y cruelísimo. Disparidad de personajes e historias, no todas igual de equilibradas, pero el conjunto acaba funcionado muy bien. La humanidad da asco, como dice Marcello, y cuando hay algo bonito ya vendrá alguien a pisotearlo.

Roma a mano armata, Umberto Lenzi, 1976


Eléctrico policiaco fascista; un alegato a favor de la brutalidad policial y el gatillo fácil. Funciona muy bien en sus persecuciones, violencia a la italiana y malos más a la italiana todavía. Lo gracioso es que cuando se estrenó el publicó se identificó con los psicóticos ladrones y abucheaba cada vez que salía el actor del bigote haciendo de Harry más sucio y bestia todavía. Las cosas en la Italia de los setenta debían estar muy jodidas.

Il boom, Vittorio de Sica, 1963


Cruelísima comedia sobre un tipo endeudado y una propuesta que le puede sacar del aprieto. Negrísima, muy divertida, con un Alberto Sordi estratosférico y una impresionante actriz llamada Elena Nicolai, una mezzo de la Scala metida a actriz. De las favoritas de este año.

La vida por delante, Fernando Fernán-Gómez, 1958


Un joven matrimonio que intentan salir adelante. Acaban sus respectivas carreras universitarias, pero no encuentran trabajo en los suyo. Lo de un piso propio, fatal. La vida de los demás parece más bonita e interesante. De las mejores comedidas españolas y con uno de los mayores momentos del cine cómico mundial; esa declaración ante el comisario que es oro puro.

La calle sin sol, Rafael Gil, 1948


Melodrama criminal muy a lo Fritz Lang que alcanza altísimas cotas gracias a unos diálogos brillantes y, sobre todo, en su retrato de la miseria del barrio chino de Barcelona y de la pobre gente que vive allí. No hay lista sin su película de Rafael Gil en los años cuarenta.

Y ya está que es suficiente que ha quedado largo. Me dejo muchas que me han gustado y bastante que son mucho mejores que algunas de las que he puesto en estos dos listados, pero que por alguna extraña razón recuerdo mucho menos. O se ha hablado mucho o lo que sea. Esto es lo que hay.

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