Book of monsters, Stewart Sparke, 2018

 


Una fiesta de cumpleaños que sale mal por que alguien invoca lo que no se debe invocar y aparecen monstruos no invitados y pasa lo que pasa.

Book of monsters llegó en un buen momento, justo cuando necesitaba una serie B pura y honesta, una comedia de horror en la antítesis de eso que ahora llaman "terror elevado" (o "terror para listos") y que yo dudo que exista o, si existe, es para que los listos se autojustifiquen y se busquen una excusa por estar viendo, y disfrutando, una película de terror. 

Pero ése es otro tema.

Book of monsters es eso, una serie B terriblemente simpática que invoca el espíritu de Buffy Cazavampiros, una partida de rol con elementos lovecraftianos cuando no te has preparado nada, tienes a los jugadores delante y tiras de improvisación, algo de las comedias de miedo de los ochenta sin caer en falsas nostalgias, referencias múltiples que no ahogan el relato y litros de sangre, gore y, sobre todo, efectos especiales prácticos y tipos disfrazados de monstruos.

A ver, no estamos ante una obra maestra desconocida (bastante tenemos con las obras maestras que nos llegan cada semana si hacemos caso de las redes sociales); algunas de las interpretaciones son bastante justitas, es esquemática y a veces no sabe muy bien qué está haciendo o hacia dónde llevar a los personajes, el presupuesto debió ser muy ajustado y se podrían buscar otras cosas si nos atenemos a una visión tradicional de lo que es una buena o mala película. Y yo paso. Hay productos con lo que no pienso, ni quiero hacer eso. 

En Book of monsters hay mucho amor por el género de terror, mucho respeto y muchas ganas de pasarlo bien. Las tres protagonistas (Lyndsey Craine, Michaela Longden y Lizzie Aaryn-Stanton) están realmente bien y comprometidas con la pelícua. Los efectos prácticos y los disfraces están la mar de bien, son bonitos y hay tripas y sangre salpicando cada dos por tres. Este entusiasmo y pasión me ganan. Creen en ella, creen en lo que cuentan y lo hacen de forma divertida. Tanto para los espectadores como para ellos Y esto es importante. Si la fotografía es tal o pascual, la verdad, es lo de menos.








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