Les fauves, Vincent Mariette, 2018


Me encanta la porosidad en los géneros y ver cómo una historia mezcla y confunde.

The Tennant (1976) de Roman Polanski, por ejemplo, donde uno no sabe si está ante una comedia negra, ante una película de horror, un tratado psicológico, una drama existencial y todo a la vez y nada de eso. O westerns mutantes como Bone Tomahawk (2015), Track of the cat (1954) o Condenados a vivir (1972) donde el género se expande para colindar con el terror más crudo de caníbales o la fantasmagoría psicológica.

Los géneros y los límites que los definen están para reventarlos y reinventarlos.

Les fauves mezcla géneros y hace que la historia bascule entre ello. Empieza como un drama adolescente, se aventura en el terror psicológico, vuelve al drama, pasa a una historia de acoso y fascinación para reinventarse en historia de superación de dolor y traumas mezclada con investigación policial y thriller con sorpresa y flasback para acabar con mensaje empoderante sobre lo chulo que es vivir.


Sí, mezcla géneros y confunde fronteras, pero en este caso no veo una opción estética y narrativa o un afán provocador. Veo una incapacidad total para decidir qué demonios se está explicando. Y lo peor es que es un rollo.

Y había buen material de base. La idea de la leyenda de una criatura con forma de pantera o jaguar que acosa a los veraneantes de un camping y de una adolescente aliada a un escritor que quieren hacer verdad esta leyenda es bonita. Explicar ese cuento en una hoguera de campamento que remite al slasher de los setenta y cómo reproducen los ataques de este monstruo. La desaparición de un adolescente. Que sea todo una metáfora de lo terrible y doloroso que es entrar en la etapa adulta. Remitir a Cat people (1942) o a It follows (2014), un mal que acecha, pero que no llega a atisbarse. Todo esto podría haber dado una buena película de terror, la fascinación del mal y etcéteras.


Pero parece que Vicent Mariette toma las peores decisiones y nada está bien explicado y lo que parece una historia de terror se convierte en thriller para abandonar el género y ser un drama sobre una adolescente herida que sana en un verano de sol y gracias a la amistad de un escritor torturado (personaje que no sabes qué pinta, qué quiere y por qué al final llora si era un tipo duro con ese sonrojante monólogo final y...). ¿Y qué pinta el primo roba bragas? ¿Y el cazador aficionado? ¿Me quieren decir que al final dan vida al mito a base de qué? ¿Creencia? ¿Por hace creer a los demás? ¿En qué momento explican o insinúan? La indefinición de la propuesta y, creo, no saber qué demonios estoy explicando.

Y todo narrado con una postiza estética de auteur queriendo sublimar las imágenes a base de filtros, silencios, colores, posturas raras (esa policia... en serio... ¿ese personaje era de verdad?), más silencios, miradas a alguna parte, métele un filtro y que estalle un punto de violencia sin venir a cuento porque sí.

¿Algo destacable? Quizá la interpretación de Lily-Rose Deep, aunque no estoy muy seguro si su contención e inexpresividad es trabajo interno o limitaciones.


Más locura, mejores decisiones, saber qué demonios se está explicando.
Eso sí, todo muy bonito. Muy guapos. Con fotografía bonita. Y paisajes bonitos. Y un bicho muy bonito. Y mucho aburrimiento, también. Pero viendo cositas bonitas.

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