Miss Jean Brodie

De vez en cuando aparece una película (y es algo que cuanto más cine se ve, menos ocurre) que se desea con todo el entusiasmo compartir con el mundo porque cómo es posible que viva tranquilo sin haberla visto, compartir el mismo amor súbito desde los primeros planos y que semanas después se siga pensando en ella.

Pero a la vez que hay un sentimiento egoísta  de no querer que nadie se entere de su existencia para ser el único que la disfrute, que se emociona cuando se vuelve a ver por segunda vez en poco tiempo y atesorar algo que los demás, pobrecillos seres patéticos, no tienen la suerte de conocer.



The prime of Miss Jean Brodie es una de ellas. Dirigida con elegancia, y modestia, por Roland Neame es una de esas películas que pertenecen por entero a su cuerpo de actrices. Desde una maravillosa Maggie Smith hasta la última niña del coro. Desde Pamela Franklin a la profesora de física. Es una película dirigida por y para ellas y gracias al guión Jay Presson Allen (que adapta su propia obra de teatro basada de forma libre en una novela de Muriel Spark) brillan para conformar una película elegante, divertida, sutil y, a la vez, compleja e incómoda. Los personajes se revelan bajo capas y capas de las que ni siquiera ellos son conscientes y esa persona que es peligrosa al mismo tiempo inspira compasión porque en el fondo es alguien muy solo y muy triste.

¿De qué va? La relación entre una peculiar profesora y alumnas. El enfrentamiento con la dirección de una conservadora escuela de señoritas por unos métodos de aprendizaje diferentes.

- Ya, sí, sí. El club de los poetas muertos y Mentes peligrosas. Ya la hemos visto.
- No es eso.
- Sí, lo que quieras. Bla bla bla y cambia la vida de sus alumnas y bla bla bla.


Vamos, que sí, pero no. Nada que ver con esos dos horrores fílmicos a pesar de lo que una lectura superficial de su argumento podría parecer. En The prime of Miss Jean Brodie los temas de educación, influencia, conflicto generacional son terriblemente complejos e incómodos. ¿Qué papel tienen los profesores en nuestra vida y qué huellas dejan en ella? Y no solo los profesores, esas personas por las que en nuestra adolescencia o juventud sentimos profunda admiración, ¿acaban convertidas en anécdotas cuando dejamos atrás la admiración y nos decepcionan o acaban formándonos?





Forma parte del proceso de madurar bajar del pedestal a aquellos que nos formaron y verlos como lo que son, seres humanos. Y algunos de ellos unos gilipollas profundos, pero ese es otro tema.

Lo mejor al verla es saber muy poco sobre ella. Como lo hice yo. Casi a ciegas y maravillarse ante esta historia y ver los giros que toma un maravilloso guión y como cada escena va cargando de significados la anterior.

Pero, sobre todo, son ellas.


Maggie Smith y Pamela Franklin están maravillosas en dos personajes complicados y difíciles. Era muy fácil pasarse con el personaje de Jane Brodie y una actriz menos cuidadosa e intuitiva podría haberlo llevado a la parodia o arrebatarle humanidad. Maggie Smith consigue un equilibrio dificilísimo. Y Pamela Franklin no se conforma con aguantar el tipo ante un monstruo como Maggie Smith, si no que hace crecer su personaje y le da una enorme profunidad. Y qué miradas.

Es una película plagada de momentos maravilloso, pero cuando pienso en ella son dos los que me vienen a la memoria. Uno es la conversación final; una escena que debería ser estudiada y desmenuzada en todas las escuelas de interpretación. El otro es un baile entre los personajes de Pamela Franklin y Diane Grayson; una escena preciosa de dos amigas hablando de eso tan extraño llamado sexo cargada de humor y sensibilidad.


































Si queréis saber más de ella, y no os importan los spoilers, los amigos de Vigilante tienen un programa especial sobre ella. Podéis escucharlo pinchando sobre la palabra enlace.

Por favor, vedla. Es una película que debe ser más conocida.
O mejor, no. No. Olvidadla. No os he hablado de ella. No hagáis caso.

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