Eloísa está debajo de un almendro, Rafael Gil, 1943

Voy a ser sincero, cuando me puse la película Eloisa está debajo de un almendro me esperaba muchas cosas, pero no lo que me encontré. Una de esas cosas maravillosas que tiene el cine (y me perdonaréis la cursilada). Si la vi es por el nombre de Jardiel Poncela como autor de la obra y porque me interesa la filmografía temprana de Rafael Gil y esperaba una adaptación convencional de la pieza teatral, graciosa, algo cursi con buenos cómicos y a olvidarla.


Lo que no esperaba encontrarme es una película de precioso empaque visual y que es el cruce extrañísimo, pero que funciona a las mil maravillas, entre el teatro del absurdo de Jardiel Poncela,


el cine de terror gótico de la Unviersal con una influcencia / homenaje palpable al James Whale de The Old Dark House (1932).



y la omnipresente estela de la Rebeca (1940) de Hitchcock con su juego de vestidos y nombre femenino en el título


o metaficción cuando las protagonistas van a un cine a ver una película de terror gótica cuando ellas están metidas en una historia con los mismos escenarios y tipos inquietantes.


Se incluyen mad doctors, prefiguraciones del cine negro americano con sus escenas iluminadas por cerillas (Robert Mitchum dixit) y muchas, muchas, muchas cosas más.







Un despliegue visual fantástico para una divertidísima comedia de enredo llena de elegancia y que fue todo un éxito de taquilla en su momento; las posguerra era durísima y la realidad opresiva y gris y dónde iba a encontrar refugio el público. Y ésta no era ni una película patriótica ni un drama histórico.

El reparto está fantástico, sobre todo la galería de secundarios y sobresaliendo la imponente figura de Ana de Siria y sus dos perros


prefigurando una de las imágenes más icónicas del cine de terror que vería la luz diecisiete años después.


El cine es algo maravilloso.
¿Quién me iba a decir que existía un puente que unía a Jardiel Poncela con Mario Bava?

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