The Blood of Satan's Claw, Piers Haggard, 1971

Primera película vista en 2020. La noche de 1 cuando todos en casa se fueron a dormir, cine satánico.
No es una mala forma de empezar.

Una extraña locura se adueña de los jóvenes y algunos ancianos de un pequeño pueblo inglés desde el momento en el que se desenterraron unos extraños huesos; una locura acompañada por rituales acompañados de mutilaciones y sacrificios, de sensualidad, cantos, juegos, secretos... la plasmación de la distancia que separa el mundo de los adolescentes del de los adultos y como los primeros crean su propio universo para huir de los convencionalismos, hipocresía, represión aunque eso sea la adoración al diablo.

Clásico del horror rural inglés resulta muy absorbente y fascinante, sobre todo en la plasmación de los juegos y rituales de los adolescentes, en las misas negras comandadas por esa suma sacerdotisa que interpreta Linda Hayden, en el resurgir de cultos atávicos que permanecían enterrados y en cómo estos exigen sacrificios (voluntarios o no) a cambio de alegría y sensualidad.

Y aunque es algo muy criticado, a mí me gusta que no haya un protagonista claro; que la acción se diluya en varios personajes y así se ve mejor como ese terror afecta a toda esa micro sociedad. Y que el que creíamos que sería protagonista, desaparece en mitad de la película o se convierta en una pequeñas sombra atemorizada.

Es inquietante, es bonita y es bastante cruel al hacer que pese a tantos sacrificios, crueldad y mutilaciones, este culto satánico de los jóvenes se presente en comparación al mundo de los adultos como algo hermosos y liberador. En el segundo solo cabe la hipocresía y el oscurantismo representados por la figura del juez  y por tantos pueblerinos con antorchas. No hay un bueno claro y es doblemente irónico que la figura más positiva de la película sea la misma que lo empezó todo al desenterrar los huesos.

Este culto nuevo al que se lanzan los adolescentes es solo un juego más que los salva del oscuro mundo de los adultos y les abre nuevos, emocionantes, y peligrosos, mundos.