Lo mejor que he visto en 2019 (Parte I)

El título de la entrada es engañoso; las películas que vienen a continuación no serán lo mejor que he visto este año, ni siquiera son títulos estrenados este año, pero necesitaba un título y ese vale como cualquier otro. Lo que seguirá es un compendio de las películas que más me han golpeado / gustado / irritado y que merecen que las recuerde. Además, eso de los mejor / peor es muy relativo y prefiero una mala película que recuerde durante años a la nueva obra maestra semanal que a los dos meses está olvidada.

Este año he visto 221 películas.
Y estas son algunas con las que más he disfrutado por el motivo que sea.
Más o menos por orden de visionado.

The divorcee, Robert Z. Leonard, 1930 / A free soul, Clarence Brown, 1931



Empecé el año con un mini ciclo de películas de Norma Shearer, actriz que me resulta simpática con un punto que me repele que aún no he conseguido identificar. Dos melodramas (uno de ellos criminal) donde Norma Shearer interpreta a alguien que quiere ser libre, pero acaba castigada por esa pretensión y por querer salirse de las normas que dicta la sociedad. Lo mejor de ambas son los momentos en los que Shearer explora su sexualidad ya sea de hombre en hombre o en los brazos de Clark Gable. El pre code sabía ponerse caliente.

Aquaman, James Wan, 2019


No tiene miedo de hacer el ridículo, es colorista, divertida y sale un pulpo tocando la batería. Con todo esto, compro.

Gold digger of 1933, Busby Berkeley y Mervin Leroy, 1933


En un momento de mi vida en que cada vez odio más el musical, cada vez me gusta más la concepción del musical de los años 30, sobre todo si está ambientado en el mundillo teatral. La vi a la vez que otra maravilla como es 42nd Street y Footlight Parade (que me aburrió mortalmente y me confirmó lo que temía, cuando James Cagney hace de cabrón, me gusta; pero cuando hace de galán granujilla...).

Adoro Gold Digger of 1933. Sale Joan Blondell, Ginger Rogers clava el personaje de rubia vulgar dispuesta a tirarse a quien sea para triunfar (y tiene las mejores frases), la música es divertida, las coreografías espectaculares y sale el actor enano Billy Barty en una de los momentos más inquietantes y turbadores he visto este año como bebé pervertido anticipando al Bebé Herman de Who framed Roger Rabitt? (1988)


La he visto tres veces este año.

Applause, Robert Mamoulian, 1929


Un melodrama ambientado en las candilejas de los espectáculos de revista más sórdidos de la depresión; una estrella decadente de revista que lucha porque su hija no caiga en las mismas redes que ella. No es que sea gran cosa a nivel argumental, pero a nivel visual y técnico es un prodigio y más si pensamos que es la primera película de Mamoulian, que no tenía experiencia en el cine y revoluciono la forma del primer sonoro. A redescubrir y reivindicar.

A simple favor, Paul Feig, 2018


Comedia sofisticada que mezcla intriga con sátira de cierta clase social; la mosquita muerta que no es tan tonta y la avispada superviviente que no es tan lista como se cree. Y los hombres son tontos, por supuesto. Es divertida, elegante, cruel, bonita de ver y Anna Kendrick y Blake Lively están estupendas ambas y muy guapas.

Además, Paul Feig me cae muy bien sobre todo por su versión con chicas de Cazafantasmas que tanto molestó / irritó / cabreó / violentó a los cuarentones adictos a la falsa nostalgia.

You might be the killer, Brett Simmons, 2018


Se habla muy mal de esta película en muchas partes, pero a mí me gustó mucho, me reí y la disfruté. Una parodia / homenaje al slasher de toda la vida con un body count visual y bastante gracia en la forma de contarla. Además, tiene eso que deben tener todas las parodias para que funcionen, un grandísimo amor al género. Parafraseando a Mel Brooks (creo), una parodia no es una burla, es un homenaje desviado.

Inferno, Roy Ward Baker, 1953



Rhonda Fleming abandona a Robert Ryan en el desierto para que muera poco a poco. Dirige Roy Ward Baker. ¿De verdad necesitamos más información para lanzarnos a verla?

The set up, Robert Wise, 1949


¿Por qué no había visto antes The Set up? Porque la dirige Robert Wise y sé que es injusto, pero es el tipo que perpretó Sonrisas y lágrimas y siempre tengo miedo de encontrarme otra cosa como eso. En mi balanza mental pesa demasiado su nunsplotaixon y tiendo a ser injusto con su filmografía. No debería hacerlo porque tiene una obra generosa en buenas películas y The Set up es de las mejores.

Género negro, boxeo, Robert Ryan, la dignidad del perdedor... Cine superlativo y hermoso.

L'homme de Rio, Philippe de Brocca, 1964


Una película de aventuras feliz. Desprejuiciada, divertida y con un uso fantástico de la arquitectura de una Brasilia que estaba naciendo en el corazón de la selva. Dicen las malas lenguas que el éxito de esta película fue lo que provocó que Belmondo traicionara a la nouvelle vague por un cine más comercial y popular. Si fue así, no creo que hiciera mal. Para el 2020 uno de los propósitos es repasar la filmografía policíaca de Belmondo. Porque pocas cosas molan más que Belmondo y menos todavía que Belmoldo en un descapotable rosa.

Ah, y sale la maravillosa Françoise Dorléac.


Se fue demasiado pronto.

Baby face, Alfred E. Green, 1933


La primera hora de esta película es un cuento de hadas perverso y maravilloso donde se narra el ascenso profesional de una joven a base de manipulaciones y de aprovecharse de lo tontos que son los hombres. Barbara Stanwyck está maravillosa y guapísima y es puro mito precode.

Carrie, Brian de Palma, 1976


No voy a añadir nada nuevo. Es Carrie. Y Sissy Spacek juega en otra liga.

L'assassin habite au 21, Henri George Clouzot, 1942


Clouzot firma una comedia criminal con muchos toques de humor surrealista que funciona a la perfección; una suerte de The thin man cruzada con humor absurdo y personajes prebuñuelianos. Los hallazgos visuales la hacen una película bastante más moderna que muchas de las que se estrenan ahora.

Burt offerings, Dan Curtis, 1976


Oliver Reed, Bette Davis y Karen Black (todos en pie) dirigidos por Dan Curtis en una historia de casas encantadas, terror sutil y maldita piscina. Es inquietante, malrollera y asfixiante. En mi top de películas sobre para qué nos metemos en obras.

The neon demon, Nicolas Winding Refn, 2016


Que una película despierte tantos odios y moleste a tantos críticos serios tiene todas mis simpatías. Y si después resulta que es un viaje estético y sensorial memorable y que se revele como un cruel cuento de brujas me hace caer rendido.

Deadlier than the men, Ralph Thomas, 1967


No es muy buena ni muy divertida y su argumento, final e interpretaciones masculinas tienden al ridículo, pero ver a Elke Sommer y Sykvia Koscina arponeando a tipos ricos en bikini, explotando aviones, torturando con una sonrisa a idiotas redomados y disfrutando de esta estupidez es una de las cosas que más recuerdo de este año.

Once upon a time in Hollywood, Quentin Tarantino, 2019


En principio no iba a hablar de esta película porque muchos otros lo han hecho mejor de lo que yo lo haría, pero no puedo hablar de lo que más he disfrutado del año sin mencionar la última de Tarantino. Once upon a time in Hollywood me ha hecho feliz. En un momento de mi vida en el que el cine que se hace ahora me resulta en el mejor de los casos indiferente, ésta fue una película que me golpeó y golpeó. Conecta de una forma visceral y dolorosa con buena parte de lo que creo que es el cine y por qué puede ser más grande que la vida.

Y también tiene delito que la película actual que más me haya gustado en mucho tiempo se mire en el cine de otra época.

El juego de la verdad, Jose María Forqué, 1963


Las miserias de la burguesía española franquista; absurda, indolente, hipócrita. Que el final moralista no tape una película muy interesante, bien rodada y con una preciosa fotografía en blanco y negro de Juan Marimé.

Ideal para una doble sesión con Muerte de un ciclista (Juan Antonio Bardem, 1955)


Woman on the run, Norman Foster, 1950


Excelente muestra de cine de intriga con un estupendo clímax final y una fantástica Ann Sheridan. Una pena que no se hable más de ella.

The hanging tree, Delmer Daves (y Karl Malden cuando Dave se puso malo unos días), 1959


Hay películas que forman parte del ADN cinematográfico y te forman como espectador. The hanging tree es una de las mías. De mis películas favoritas y uno de mis tres westerns preferidos (los otros dos son Mackenna's gold y el tercer titulo varía según el día) es una historia extraña y esquiva sobre las heridas físicas y espirituales y el peso del pasado y el silencio. Un Cary Cooper totémico y mítico, los espacios abiertos (y a la vez claustrofóbicos), la degeneración que lleva el oro, los cielos... Hay mucho, y muy bueno, en esta película.

CONTINUARÁ...

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