Las chicas de la cruz roja, Rafael J. Salvia, 1958


La idea era hacer una película "a la americana"que hiciera que la comedia española abandonar el costumbrismo de los pobres, pero felices y empezar a proyectar una España en colores, feliz, con lujos, muchachas hermosas, galanes (unos más que otros) y sofisticación. Pero Rafael J. Silva no es Vicente Minelli o Jean Negulesco (aunque fuera responsable como director o guionista de comedias tan populares como Manolo guardia urbano, Sor Citroen o La gran familia) y la película es una película simpática, pero limitada al carisma de sus actores, especialmente ellas cuatro que, la verdad, hacen lo que pueden con unos personajes que solo aspiran a casarse y que básicamente ofrecen sonrisas y simpatía.


¿De qué va? Cuatro chicas de diferentes personalidades y estratos sociales (la rica triste, la pobre pizpireta, la ingenua y la seria estudiante) se conocen, se hacen amigas y son voluntarias de la cruz roja por unas calles de Madrid bellamente fotografiado. Allí viven sus cuitas amorosas y sueñas con el día que se vestirán de blanco. A cuatro muchachas, cuatro galanes (el aparentemente indiferente, el celoso patológico, el acosador y el famoso) que la siguen y con quienes tienen malentendidos y discusiones. Y poco más... Comedia sofisticada que es un quiero y no puedo y se queda en el costumbrismo español de toda la vida. Además de un anuncio larguísimo de la Cruz Roja.

En su año tuvo un éxito enorme generando secuelas espirituales como El día de los enamorados o que las historias de parejas que se buscan se convirtiera en un subgénero. Cuando era chico la vi múltiples veces porque a mi madre y a mi abuela les encantaba. Me sabía la canción memoria. ¿Y vista ahora?

Pues una comedia que se ve con agrado aunque aburra un poco porque Concha Velasco está tan bien como siempre en unos de sus primeros papeles, por secundarios como Manolo Gómez Bur y porque ella son simpáticas y guapísimas. Pero ha quedado un producto rancio, muy cursi, blanqueamiento de la sociedad franquista donde los pobres son felices con lo que tienen y sus pequeñas aspiraciones y los ricos, buenas personas que ayudan a los demás. La verdad es que poco interés tiene como cine, pero sí como retrato de un momento más por lo que calla que por lo que muestra.


Y para ver que hubo una época donde el acoso y los celos patológicos eran motivo de chiste central y celebrado.

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